PRIMERA ENTREGA: TURISMO DE IDA Y VUELTA - Introducción

Mi gestión al frente del organismo oficial de turismo de la provincia de La Pampa 2019-2023

Huyo de lo que me sigue; voy detrás de lo que huye de mí. Ovidio (43 AC-17). Poeta latino.

¿Por qué turismo de ida y vuelta, como esa huella tan pampeana? La ida sería de La Pampa a Buenos Aires, en 1979, luego de un año de trabajo en el Servicio Médico Previsional, para estudiar turismo en la Universidad de Morón. La vuelta empezó en 2018 para estar cerca de mi madre, mi hermano y sobrinos, buscando tomar distancia de la difícil situación del país y poniendo fin a mi vida laboral. Pero pasaron cosas. 

 EL EXILIO EN TOAY 

Aquel otoño de 2014, en el aeropuerto de Santiago, nuestros amigos Eduardo y Maricarmen, nos despedían luego de nuestra visita con motivo del casamiento de su hija. En el hall, minutos antes, habíamos conversado sobre mi deseo -y no tanto el de Víctor, mi esposo- de dejar la Argentina y radicarnos en Chile. 

Una vista de Santiago de Chile

Rieron con mi idea de comprar un trailer para llevar a las yeguas (aún no teníamos a Galahad, el padrillito árabe jubilado que moriría el verano de 2023); partir de Benavídez, provincia de Buenos Aires y no parar hasta Santiago. La mudanza nunca sucedió: era todo un problema poder vender y sacar nuestros ahorros de la Argentina, por mencionar sólo uno. “Entonces busquemos un exilio en el país. Compremos un terreno con caldenes en Toay, grande, donde no tengamos que ver a vecinos. Sólo veré a mi mamá, mi hermano y mis sobrinas. Mi retiro laboral me permitirá desconectarme y disfrutar de la vida entre el campo y la ciudad. No soporto más el reinado de Cristina Kirchner y esta triste decadencia”. Víctor, mi esposo, estuvo de acuerdo, y así, ya en 2018 estábamos comenzando con la construcción de la casa. De una sola planta -dije-, ya comienza nuestra vejez. Un año antes, con la indemnización de mi retiro anticipado del Senado, más algunos ahorros de Víctor, habíamos comprado y equipado un food truck nuevo, para que mis dos sobrinas (hijas de mi medio hermano Juan Carlos y de mi hermana María Lidia) tuvieran un emprendimiento con el que ganarse la vida, ya que andaban por las calles de Toay vendiendo panes y tortas. Por un tiempo prolongado, las ayudamos con las compras y con la logística, apuntalándolas. Aprendieron un oficio y salieron adelante. Todavía recuerdo las letanías de mi mamá y su escéptico remate: “Ay nena, solamente a vos se te ocurre”.

 En 2019, una llamada en el móvil anticipaba el comienzo de un cambio de planes, aunque no del objetivo de mudarnos a Toay. Lo que no imaginaba ni buscaba sucedió -primero la elaboración de un plan de gestión y luego mi designación como Secretaria de Turismo provincial -; significó una etapa impensada que al llegar a su fin, motivaría querer dar un testimonio de lo transcurrido. Sobre todo para quienes sientan curiosidad sobre la gestión pública del turismo en una provincia poco o nada turística, casi emergente.

LA PAMPA, UN DESTINO ¿EMERGENTE? 

Recuerdo que al describir las limitantes al desarrollo turístico de un destino emergente, solía mencionar ante mis alumnos de grado o de la maestría de la UBA, la falta de conectividad, de capacitación o de puesta en valor de los atractivos, olvidando a veces el factor político, que es justamente el de más influencia. Si hay voluntad política, puede haber una locomotora con los fierros del Estado avanzando con decenas de vagones que lleven las asignaturas pendientes, los planes, programas y proyectos. Si no la hay, la jornada será el doble de ardua, de sacrificada y pocos llegarán al objetivo. Si un destino no comunica con asertividad o comunica mal, trabajará en círculos haciendo siempre lo mismo: desarrollo de producto, ampliación de oferta, capacitación, calidad, promoción de poco alcance. El huevo o la gallina. Si el emprendedor no recibe más turistas que demanden sus servicios, no va a ampliar sus instalaciones ni a contratar más empleados. Si no compra materiales para ampliar, si no contrata más empleados, la comunidad no va a percibir al turismo como una oportunidad de desarrollo, la actividad no tendrá entidad y al gobierno no le va a interesar invertir en campañas para promover el destino porque estará pensando en ganar las elecciones poniendo los recursos en otras actividades. Por simplificar al máximo el poder multiplicador del turismo, derrame o como se lo quiera llamar. 

Mi profesión, cuando decidí abrazarla, se convirtió en mi refugio y mi fortaleza. A veces también en mi debilidad, porque he hecho por ella y por mis colegas mucho más que por mi persona. Sin embargo, creo que me ha ayudado a sanar heridas, a sortear obstáculos y a no caer en la hipocresía o la indiferencia. El abrazo se hizo más intenso cuando me alejé de la militancia en el radicalismo. El advenimiento de la democracia me había llenado de optimismo y admiración por Raúl Ricardo Alfonsín. Pero aquellos sueños de un país próspero se diluyeron. Me aferré a mi trabajo y a mi profesión como aconseja Desiderata: “Mantén el interés en tu propia carrera, por humilde que sea, ella es un verdadero tesoro en el fortuito cambiar de los tiempos”. El conocimiento y la profundización en todos los temas que me apasionan, así como sostener las verdades que fui constatando a lo largo de los años, a veces me ocasionaron problemas, pero en general me abrieron puertas y oportunidades a más trabajo y a más compromiso con mis ideas. Cuando me preparaba para un retiro en Toay, dedicado a mi familia, formada por personas, árboles y animales, surgió un trabajo, hasta ahora el de mayor responsabilidad que tuve. Lo acepté con entusiasmo y lo agradecí, esforzándome por entregar todo lo que estuviera a mi alcance para que el turismo en La Pampa contara con bases sólidas desde donde encontrar su rumbo. Agradezco esta sensación de la tarea cumplida, me felicito por no haberme defraudado a mi misma y sigo mi camino de profesional del turismo y un poco, de la abogacía.

En breve, 2da entrega. 






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