NO HABRÁ NINGUNO IGUAL
Hace más de 10 años, recibíamos en Buenos Aires
a José Antonio Carrasco Moreno, Presidente de la Asociación Española de
Profesionales en Turismo -AEPT- quien con un grupo de directivos y colegas de
su organización visitaban la ciudad y aprovechaban para presentarse y proponer
la firma de un convenio entre ambas asociaciones. Nuestro joven Foro (teníamos
solamente un año de creación) aceptó gustoso el convite, e iniciamos una
relación de intercambio profesional, no sólo con la AEPT: José Antonio venía de
crear la Unión Iberoamericana de Profesionales en Turismo, con Patricia Duar,
en aquel momento, Presidente de Acoprot de Costa Rica.
La noticia de la muerte de José Antonio en
horas de la madrugada del 14 de febrero, en Madrid, nos ha golpeado.
Compartimos con él la última edición de Fitur, contentos por las visitas de
Massi Devoto de Acoprot y Gustavo Landaeta de Venezuela, y habiendo reunido a
los amigos en la cena tradicional, donde José Antonio entregó orgulloso los
nuevos pines de la UIPT y algunas distinciones a profesionales destacados.
Pero más allá de lo institucional, quiero
compartir con nuestros socios y colegas lo que surge espontáneamente al pensar
en José Antonio, y que será atesorado en el recuerdo por su dimensión afectiva
y humana, sin dudas el pasaporte y carnet de identidad de nuestro amigo. Surge
en primer lugar su personalidad afable y optimista y su forma de disfrutar a
pleno cada momento, su gusto por la buena mesa y por la tertulia, donde
demostraba su sensibilidad y sólida formación sin vanidad ni rasgo alguno de
soberbia.
En una de sus visitas a Buenos Aires,
almorzamos en la Esquina Homero Manzi con su esposa Pepa y un grupo de miembros
del Foro: estaba tan feliz por el lugar que habíamos elegido, por la calidad de
los músicos, y el encanto de la decoración, que lo mencionaría siempre con
nostalgia y preguntando cuándo volveríamos allí. Adoraba el tango, conocía y admiraba nuestro lunfardo. En más de una ocasión, -con su habitual
generosidad- me alojó en su departamento de Madrid, donde había una habitación
decorada, casualmente, con cubrecamas en celeste y blanco, y con una banderita
argentina en el respaldo, puesta allí en homenaje a las visitas. Festejaba como
un niño que yo la hubiera bautizado como "el bulín mistongo" o que le
cantara "Cuartito Azul"; contaba que su mamá cantaba tangos y hasta
ensayábamos a veces algunos pasos, lo que lo animaba a bromear con que habíamos
llevado el 2x4 por el mundo: Segovia, Azores, Madrid... de verdad, nos habíamos
atrevido a hacer un corte y una quebrada en esos sitios, travesura que le
causaba enorme gracia.
Su orgullo por el patrimonio gastronómico de
España provocó una vez una discusión con Pedro, un amigo boliviano, que se
atrevió a decir que una de las mejores cocinas del mundo era la francesa. José
Antonio lo desafiaba al grito de "pero qué dices!", y "Pepa,
escucha lo que dice Pedro" para pasar a enumerar los logros de los platos
y de la enología de su querido país, para solaz de quienes presenciábamos la
escena.
Nos acompañó en la VII Convención del Foro en
San Juan, ponderando el potencial turístico de la provincia, que pudo intuir
más que visitar exhaustivamente. Igual fascinación le causó la ciudad de La
Plata, su teatro y edificios de valor arquitectónico, en una visita luego de la
II Convención que habíamos celebrado en Buenos Aires. De nuestra Ciudad
Autónoma, estaba enamorado, y siempre dispuesto a volver. Recordaba la
confitería Las Violetas, el Tigre y el Río de la Plata, con generosa
admiración.
José
Antonio nos mostró un camino, el de la unión, la amistad -que era para él el
mayor valor-, y la generación de hechos y símbolos para posicionar la profesión
en turismo. Comprendía mejor que muchos de su edad los problemas de los jóvenes
egresados de las carreras de turismo y su necesidad de una defensa gremial de
los puestos de trabajo, ante el intrusismo o peor aún, ante la exclusión del
mundo de la producción. Tuvo la visión de hacer de la Asociación Española de
Profesionales en Turismo, una "primus
inter pares", que podía liderar y ayudar a lograr la cohesión
necesaria para ser escuchados y atendidos nuestros reclamos como graduados en
turismo de Iberoamérica, sorprendidos por la coincidencia de las situaciones,
tantas veces adversas, en nuestros países. Ojalá podamos retomar la senda y
darle impulso genuino a su sueño.
Lo vamos a extrañar, nos hará falta y será una
ausencia sin reemplazo.
omo dice el tango, "No habrá ninguno igual, no habrá ninguno..."
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