EL ESPLENDOR FERROVIARIO EN UN MUSEO








Durmiente tortuga en Naicó, La Pampa 







Vagón presidencia

Dormitorio de la Primera Dama







Guarda ferroviario


En esta mesa se firmó la nacionalización de los ferrocarriles en 1948



Después de 42 años volví al Museo Nacional Ferroviario de Retiro en la ciudad de Buenos Aires, bautizado en honor a Raúl Scalabrini Ortiz. Fue el Museo que me asignaron para guiar en mi primera práctica de la carrera de Guía, a finales de los '70. Confieso que se me estrujó el corazón mientras ingresaba: los trenes, las imágenes y el arrullo de su paso lento por el borde de la ciudad, las vías, los terraplenes, todo lo ferroviario me lleva a la película de mi infancia en la calle de Santa Rosa tan cercana a las vías, territorio de juegos y travesuras. Este lugar -pensé- me ayudó a aprender a expresarme ante los turistas, a vencer el pánico escénico que me desbordaba cuando tenía las prácticas de guiado. Tantas estrofas que vienen por las vías!; "yo nunca duermo en el tren y sin embargo, voy bien. ¡Este placer de alejarse!" (Antonio Machado.  

Conversando con Mario, funcionario del Museo que me acompañó en el recorrido, rememoramos cómo era en sus inicios (cuando lo visité para relevarlo y guiarlo y mi pasión por los trenes hizo parte del trabajo para poder vencer el miedo a hablar en público). Fue refaccionado en 2017 y en 2019 se agregó el entrepiso para contar con más espacio de exhibición; les conté que en 1979 nos recibió una funcionaria que oficiaba de guía y nos ayudó a preparar el práctico con relatos reveladores, cuyo padre había sido jefe de estación, considerandose ella orgullosa de pertenecer a la familia ferroviaria. Nunca olvidé algunos detalles de aquella visita de investigación: la silla alta que servía para relatar el derecho a trabajar sentados, logrado durante el gobierno de Yrigoyen; la vajilla del coche presidencial, los durmientes tortuga (que se pueden apreciar en el Puente Negro de Naicó en La Pampa), los mecanismos para hacer los cambios de vías, entre otros.

El país llegó a ser el décimo en el mundo por la dimensión e importancia de su sistema ferroviario. En esta visita pude recorrer el interior del impactante vagón presidencial, que está en recuperación ya que sufrió la destrucción de su cocina, reemplazada por muebles de fórmica y artefactos de los años 70, además de otros deterioros que demuestran que la conservación del patrimonio no es prioridad ante otras urgencias de los distintos gobiernos. Me topé con un “chancho”, como se le decía a los guardas de tren, un maniquí vestido impecablemente con el abrigo gris de época, que alcancé a ver en el Sarmiento en el tramo a la Universidad de Morón. Uno de esos guardas sorprendió en los años ’80 a la estudiante pampeana con el abono vencido (juro que no sabía que ya no era válido) y la llevó casi de una oreja a pagar la multa.

Los afiches turísticos muestran la etapa en que se intentó continuar con su desarrollo, posterior a la nacionalización. Verlos es constatar que fueron sueños fugaces y los trenes comenzaron a sufrir un doloroso deterioro que nos perjudicó como sociedad porque no pudieron cumplir con el rol que tan bien desempeñan en otros países, que es el de prodigar calidad de vida con su confort y seguridad.

Cuando nos dimos cuenta del espejismo del milagro, que al destruir las vías, y permitir que las estaciones fueran intrusadas u ocupadas para actividades extrañas a lo ferroviario, los durmientes fueran vendidos y destruidas las máquinas y vagones, el capital ferroviario quedaría dañado de muerte y las rutas no se desarrollarían lo suficiente como para reemplazarlos, ya era tarde.  Las naves espaciales a la estratósfera, el tren bala y las autopistas en todas las grandes rutas, todavía son un sueño.

Este Museo, fundado en 1971, cuya visita recomiendo fervorosamente, nos habla del fracaso y la esperanza. Los tesoros que guarda y el cuidado de las colecciones transmiten nostalgia, nos remiten a otro país e invitan a retomar la senda para que vuelvan con toda la modernidad a alegrarnos la vida, a llevarnos a la playa, a la montaña, a la llanura, al campo, a las ciudades, a la felicidad, al encuentro con nuestros afectos, al centro médico que nos atenderá, a la escuela, a un destino de país próspero, con su ritmo de tren de pueblo, rítmico, sin urgencias, constante y fiel. 

 Datos últiles:

Pagina web: https://www.argentina.gob.ar/museoferroviario
Abierto de 10 a 20 horas 
Visita gratuita
Teléfono: 011 4318 3628 

 

 

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